1656 Ermita de Guadalupe - Cronologias San Luis Potosi

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1656 Ermita de Guadalupe

Arquitectura > > Edificaciones 1500-1699

 
Cuando, al fundarse el pueblo de San Luis, se distribuyeron los primeros solares, nadie apeteció aquel lugar. "por eriazo e infructuoso"; ni, en 1597, Jocquineque y los suyos quisieron esas tierras, Me­ dio siglo después; cuando ya 'habla crecido la población, especialmente de españoles y castas que no cabían en los barrios establecidos, algunos se avecindaron en esos solares mostrencos; llamados ya “Tierra Blanca”. Los intrusos eran una familia de negros, otra de mestizos, una india y ''El Conchudo", zapatero español. Este edificó la primera casa de ver que hubo, "con solar y sitio para casa de vivienda, huerta y jacales y corrales", que en 1654 era de Gaspar Núñez Zambrano.

Por entonces volvió a San Luis el capitán don Francisco de Castro y Mampaso, uno de los hombres de más viso de su tiempo, Era madrileño. Vino por primera vez a San Luis en I648, como "Thesorero Oficial Real de la Real Caxa". Poco tiempo estuvo aquí, Pues a los dos años se cerró esta oficina. Reabierta en 1653, regresó el capitán. Ahora traía consigo ''un trasunto" de la Santísima Virgen de Guadalupe y el indesviable propósito. de erigirle un templo. Se recibió "esta hechura de dicha Virgen en pincel por las religiones y vecinos de este pueblo con mucha veneración y adoración”, llevándola procesionalmente desde atrás de la Merced, donde estaba la garita de México, hasta la plaza ''y se puso depositada en el altar mayor, donde hoy está con sus lámparas y cortinas”, según declaro el propio capitán en diciembre del año siguiente.

Castro y Mampaso organizó bien las cosas: Licencias, donación del terreno, patronato y el 13 de febrero de 1656, al colocarse la primera piedra; empezó la fábrica. Sólo que el fundador, con todo el empeño que puso en la obra, no alcanzó a verle el fin. Murió el 30 de junio de, 1656.  Para entonces ya iban altas las paredes, y dejó cómo patrono de la ermita al M. I. Ayuntamiento.

La obra quedó concluida a fines de 1661. El 19 de enero del año siguiente fue la traslación de la imagen a su santuario, en medio de una esplendorosa procesión y la dedicación. Luego vino un fuerte pleito, al estilo barroco y de la época, muy algarero, entre los franciscanos, que sacaron todo su enojo y alegaban ciertos derechos, y el M. I.  Ayuntamiento.

La fábrica, más que como ermita, se levantó como capilla o templo: No tenernos ninguna descripción de ella, pero sí se conservan sus muros. Era una recia construcción de muy macizas paredes de adobe de 1.10 mts. de espesor que todavía ahora, a más de tres siglos de existencia y muchísimos años de estar al descubierto, se mantienen sólidamente en pie. El recinto, de 18.50 mts. de largo, por 7.15 de ancho en su interior y más de 5.00 de altura, tiene forma semihexagonal en el fondo. Como no hay contrafuertes en los muros, se ve que -según afirma el Sr. Peña- el techo era de terrado, a pesar de la amplitud, Y, además del retablo principal, barroco, de madera sobredorada, adornado con “ocho lienzos de pincel", tuvo todavía tres colaterales más desde el principio. Como el muro del frente desapareció, se ignora si tuvo torre o solamente espadaña o nada. La suposición del señor Meade, de que la iglesia labrada en la hoja izquierda del actual santuario es de "la que sin duda fue primitiva ermita; no tiene fundamento, pues tanto esta talla como la que está en la otra hoja y que representa una torre, más bien son alegorías de la Letanía Luaretana.

Desde un principio este santuario se convirtió en meca de procesiones, ceremonias esplendentes y tradicionales “bajadas”. Pero llego el tiempo, a propósito del solemnísimo juramento de 1771, en que, a los potosinos, con el M. I. Ayuntamiento a la cabeza, les pareció poco para tamaña imagen y devoción. Decidieron fabricar otro estuche para perla tan preciosa. El 27 de septiembre de 1772 se bendijo y coloco la primera piedra del nuevo santuario. Este vino a quedar delante de la antigua capilla. De tal modo que el muro testero de esta vino a ser el muro posterior de la sacristía de aquel. La obra se encomendó a don Felipe Cleere, arquitecto aficionado, y vino a bendecirse y a abrirse al culto el 8 de octubre de 1800, con unas fastuosas y célebres funciones. En las que -es necesario repetirlo- no tuvo ningún participio el Padre Hidalgo.

Con el nuevo templo la histórica ermita cayo en desuso. A fines del siglo pasado se quedó sin techo. Las fornidas paredes de adobe resistieron el embate del abandono, de la intemperie y de las aguas. Por 1935 se le puso techo. Hoy se encuentra convertida en un simple salón.





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