1735 Santuario del Desierto
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Entre las montañas del poniente de esta ciudad y en un pequeño valle pedregoso, se eleva un Santuario dedicado al culto de Maria Santísima de Guadalupe, con el título del “Desierto”. La soledad del lugar, la aridez que rodea al templo y la fuentecilla que brota cerca de él, nos excitan, después de haber depositado sobre el altar de la Madre de Dios la ofrenda de nuestro corazón, a indagar que manos piadosas erigieron este monumento.
Recogiendo las noticias que existen diseminadas en varios documentos antiguos, veamos lo que dice el Dr. D. Manuel Gorriño y Arduengo en las notas de un sermón que predico en la iglesia parroquial de San Luis Potosí, el día 3 de julio de 1805, en acción de gracias a Nuestra Señora de Guadalupe y por el socorro de las aguas en el año referido.
En este sermón cita lo siguiente:
Pedro Guerrero vecino del pueblo de San Luis Potosí, poseía al poniente de esta ciudad y a distancia de más de dos leguas un sitio de tierra llamado “Buenavista” en el hallo el Venerable Juan Barragán Cano un lugar acomodado a sus ideas. Fabrico ahí una ermita con licencia del obispo diocesano y del dueño del terreno, y coloco en ella la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe.
La ermita fue consagrada a San Juan Bautista a quien el Venerable profeso siempre una devoción. Es fácil inferir cuales serían las ocupaciones de este ejemplar sacerdote, que sin mas compañía que la de un criado llamado Nicolás Ortega, vivía en este desierto una vida toda celestial. El pueblo de San Luis, lo veneraba como un ángel, y se sabe que allí se ejercitaba también en la dirección espiritual de las almas. El año de 1656, dono Guerreo este sitio al P. Barragán por el amor que tenía (dice la donación), y por los servicios que de él había recibido.
El Venerable Juan antes de morir hizo un testamento en el que deja herederos de sus bienes a la ermita que fundo y a los capellanes que le sucedieren, quienes deberían de ser nombrados por los curas de la parroquia de San Luis, a quienes instituyo por patronos. He deseado, dice en la cláusula segunda de su testamente, se continúen en esta ermita aun después de mis días, el culto y alabanzas al Señor, y por este fin instituyo por mi albacea y capellán del Santuario, a mi hijo espiritual al Lic. Felipe Echagoyan, confiado de que, según su mucha virtud, lo tendrá en adoro y limpieza que es necesario para servicio de Dios. El Otro albacea suyo fue el cura actual de San Luis, Diego de Córdoba Altamirano. Lo restante de sus bienes lo dejo a los pobres, y para que se dijesen misas por su alma.
El mes de abril de 1665, lleno de días y virtudes, paso a mejor vida, con una paz igual a la que logro en los treinta y siete años de su morada en el desierto, donde renovó la vida delos antiguos padres del yermo. Su cadáver fué sepultado en la iglesia parroquial en medio de un pueblo numeroso. El concepto de santidad en que aun desde entonces estuvo, consta por la partida de su entierro, que se conserva hoy en un libro de entierros de españoles que comienza el año de 1635, a fojas 89, de letra al parecer, del mismo cura y albacea Diego de Córdoba Altamirano; y dice así:
En 16 de abril de 1665, enterré en la iglesia parroquial al Venerable P. Juan Barragán Cano, que vivía en su desierto de San Juan Bautista, de esta ciudad dos leguas. Hizo testamento: mandose enterrar en dicha iglesia en la capilla del Santo cristo de la Humildad: dele sepultura en medio del altar mayor por ser un cuerpo al que se debe toda veneración: murió virgen: se enterró con palma, y murió de 77 años: vivió en dicho desierto treinta y siete años y días: dijose misa de cuerpo presenté, ofrendada de pan y vino y cera etc.-Al margen dice: Venerable P. Juan Barragán Cano.
Es indubitable que el cura Córdoba tuvo motivos muy particulares de conocer íntimamente al P. Barragán, Por tanto, el público testimonio que dejo en esta partida de su virtud, instrumento que está visitado por el Obispo de la diócesis, es un documento muy respetable y que hace mucha fe en el caso.
"Después de ciento cuarenta años que han corrido desde su muerte acá, aún dura la buena memoria del Venerable Barragán, y el olor de sus virtudes en la tradición de ellas, que se han trasmitido de padres a hijos, sin que resten hoy otros documentos de su vida sino algunas cláusulas extractadas de su testamento, la citada partida de entierro y alguna otra. noticia suelta que se halla en los libros antiguos de la Archicofradía de Nuestra Señora del Rosario, Se ignora dónde está hoy el lugar de su sepultura. en la parroquia nueva que se edificó sobre la que había cuando murió el Venerable y se construyó cincuenta. y ocho años después (1723). En el mismo lugar en que estuvo la, ermita de San Juan Bautista, se edificó después el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, siendo capellán suyo el Br. D. Francisco Maldonado Zapata". Hasta aquí el Señor Doctor Gorriño.
Según unas inscripciones empotradas en los cubos de las torres del Santuario, se comenzó la nueva fábrica el año de 1735 y se concluyó en 1755 siendo capellán el Bachiller D. Francisco Javier Uresti.
Desde entonces el pueblo de San Luis rinde allí a María el homenaje íntimo y fervoroso de una devoción apropiada a las tiernas meditaciones que llevaron a ese lugar a su venerable fundador.
En 1670 se llevó ahí una pintura de la Virgen de Guadalupe realizada por Lorenzo de la Piedra, “una de las imágenes de la Guadalupana más antiguas en México”, según consignan algunos especialistas.
Por dentro, la iglesia permanece casi como se construyó, sin embargo, en la sacristía ya no se encuentra el mural del Apocalipsis y el Infierno, mismo que fue pintado de blanco por “órdenes de varios sacerdotes”, casi una década atrás.