1763 Capilla del cementerio del Montecillo
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Hasta entonces era de ley dar tierra a los difuntos en los atrios o cementerios y en las naves de las iglesias. Pero a principios de 1763 se abatió sobre la ciudad y las villas suburbias una peste muy brava, que arrastró al sepulcro a mucha gente. Para dar abasto a tan numerosa clientela, se formó el cementerio del Montecillo, Le tocó estrenarlo, el 23 de febrero, a. "José Cristóbal, mulato, a quien se enterró de limosna en el cementerio que se bendijo por la peste en San Cristóbal del Montecillo".
Formado a toda prisa, con el tiempo se fue arreglando. En febrero de 1821 se ensanchó y se le fabricó una capilla. En su altar, según Betancourt (1921:275) había. "dos magistrales frescos de Tresguerras". Ambos conocieron ese cementerio y su capilla. Pero es discutible la afirmación, sobre hayan sido precisamente "frescos". Que había dos pinturas, es cierto; de qué pincel, no hay constancia. Porque al célebre arquitecto-pintor celayense, se le han atribuido más obras aquí de las que efectivamente realizó. Una de ellas, la Caja del Agua.
En un inventario del 19 de agosto de 1909 tres años, antes de su demolición, se enumeran como objetos que había en esa capilla; 2 pinturas grandes sin decir de qué autor, 1 escultura de S. Antonio, 1 retrato de monja al óleo, 1 retrato de J. Pablo de la Cerna y otras cosillas sin interés.
Tampoco hay constancia de cómo era esa capilla. Quizá de bóveda, con espadaña al frente, y modesta, Cementerio y capilla desaparecieron para dar paso los talleres del ferrocarril y al progreso bárbaro, en 1912, por complacencia de los coahuiltecos en el poder, a pesar de la noble, por fiada y consistente defensa presentada por don Primo Feliciano Velázquez.