1906 Quinta Muriel
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Esta quinta estuvo ubicada en la 5a. calle de la Avenida del Centenario de la Independencia (actualmente Av. Carranza núm.1105), cuartel duodécimo, 120. menor manzana duodécima, 12a. esquina con la 4a. calle de Anáhuac; era conocida como la huerta o finca del Sagrado Corazón, ya que en el jardín que da a la avenida Carranza siempre hubo una imagen del Sagrado Corazón, que se conserva actualmente, aunque fuera de su sitio original.
El proyecto de esta quinta fue encargado al ingeniero Cabrera por su tía la Sra. doña María de Jesús Cabrera Vda. de Muriel, en una huerta con una superficie de 17,062 metros cuadrados. Colindaba al norte con la Av. del Centenario, al oriente con la 4a. Calle de Anáhuac, al sur con la de Escontría, y al poniente con la propiedad de los sucesores de la señora Dolores Hernández Vda. de Aguirre y Gómez.
La señora María de Jesús Cabrera (prima hermana del padre del Ing. Cabrera) estuvo casada con el Sr. don Ignacio Muriel Soberón y nacieron de este matrimonio doce hijos: Manuela, Ignacio, JoséFlorencio, José Heriberto, José Manuel, José Luis Jaime, Salvador, José de Jesús, María, Guadalupe, María del Carmen Inés y Luis.
La finca sufrió muchas transformaciones, llegando hasta nuestros días parte de la casa principal, ya que en una época estuvo dividida en dos viviendas. Toda la huerta y parte de la casa fueron fraccionadas y vendidas en diferentes épocas; incluso, para realizar una parte de este fraccionamiento se abrió una nueva calle, la de Justo Sierra, con lo cual se demolió la mitad de la casa. Actualmente se conserva la mitad de la parte original, adaptada como si fuera una casa completa.
Esta gran finca, aparte de la vivienda principal tenía (donde hacen esquina las calles de Anáhuac y Av. del Centenario, hoy Av. Carranza) un pabellón, del cual se conservan los dibujos preliminares, así como una fotografía de la obra ya terminada. Todavía en la década de los ochenta permanecía el zócalo de piedra sobre el que se levantara el pabellón, como único testimonio; pero fue demolido para construir unos locales comerciales.
Este pabellón tenía, donde hacen esquina las calles de Anáhuac y Carranza, un torreón al que se accedía por una escalera de caracol, tal como se puede apreciar en la fotografía y los dibujos. Hay referencias a este torreón en el cuento de la Sra. Fidela Gómez de Cabrera titulado "La casa del Sagrado Corazón",4 del cual se resume lo siguiente:
En medio de la huerta había una escultura del Sagrado Corazón sobre un pedestal cubierto de mastuerzos y de hiedra. La llamaban La huerta del Sagrado Corazón y allí, rodeada de perales y ciruelos estaba la casa de mis tíos. Me parecía linda. Me encantaba que me invitaran a comer; siempre era buena la comida y los postres más (...) Luego jugábamos a policías y ladrones; era feliz porque Jorge mi primo me escogía para su partido. Él siempre quería ser ladrón y yo también, y cuando ya casi nos daban alcance los policías, corríamos a escondernos en aquel extraño torreón que había en el fondo; nunca supe porque estaba allí ni para qué era. Echaba Jorge el cerrojo medio oxidado y mientras nuestros perseguidores gritaban que les abriéramos y arrojaban bombas de Iodo contra el torreón, mi primo y yo, trepando por la estrecha escalera de caracol, llegábamos hasta la última ventanita. Por allí respondíamos con carcajadas a los gritos airados de los policías.
La finca contaba con los servicios de cancha de tenis, alberca, y todas las comodidades de que podía disfrutar una familia con los suficientes recursos económicos, así como todo lo que una casa de campo (suburbana) tenía.
La vivienda principal ya se encontraba dividida en dos en el año de 1932, ya que la familia Labarthe vivió en la parte de la casa que aún se conserva, hasta el año 193 9. Para esta época el pabellón mencionado estaba deshabitado y sólo lo usaban los pequeños para jugar. La otra mitad de la casa la ocupaba el matrimonio formado por el Sr. José Pérez Fernández y la Sra. Ma. de la Luz Govea de Pérez, y fue demolida cuando se abrió la calle Justo Sierra en los años cincuenta.
La construcción refleja gran parte de las ideas que se tenían en la ciudad de México en esa época para el diseño de una residencia campestre (según los dibujos que se conservan de la etapa estudiantil del Ing. Cabrera). Los materiales, el ladrillo aparente, la piedra, los torreones, el subir una escalinata al edificio, y las cubiertas de los torreones con teja, dan como resultado un edificio ecléctico. No se parece a las demás obras que diseñó y construyó en el centro de la ciudad. Esta finca es de tipo campestre, relacionada con los jardines y la huerta.